Solo en un 10% de los niños en los que se sospecha que padecen alergia a la amoxicilina se confirma el diagnóstico. De ahí la importancia de un estudio como el que realiza el pediatra alergólogo José Ángel Porto, doctor de la Unidad de Alergia Pediátrica del Gripo Hospitalario HC y coordinador del grupo de trabajo de alergia a medicamentos de la Sociedad Española de Alergia Pediátrica (SEICAP). En esta entrevista, el doctor responde a dudas como: ¿Cómo se diagnostica? ¿Cómo saber si un niño es alérgico a la amoxicilina? ¿Se transmite de padres a hijos?
¿En qué consiste la alergia a la amoxicilina? ¿Hay grados?
Se trata de una reacción adversa de hipersensibilidad al fármaco. No es lo mismo que un efecto secundario al medicamento como, por ejemplo, que un antibiótico produzca diarrea o molestias de estómago… Son efectos secundarios y nada tienen que ver con la alergia. Cuando hablamos de alergia, hablamos de una reacción por un mecanismo de tipo inmunológico. Hay varios mecanismos que pueden ser responsables de la reacción y, de forma secundaria a esa reacción, se producen una serie de síntomas. El nivel de gravedad es muy variable. Habitualmente son reacciones leves, pero en algunos casos son más aparatosas e incluso pueden llegar a poner en peligro la vida del niño.
¿Cómo saber si un niño es alérgico a la amoxicilina? ¿Cómo se manifiesta?
La manifestación más común, frecuente y habitualmente la más leve son los síntomas cutáneos: sarpullidos (exantemas maculo-papulares), ronchas (urticaria), hinchazón (angioedema). Menos frecuentes son los síntomas cutáneos más graves como aparición de ampollas, ulceraciones en la mucosa de la boca, lesiones hemorrágicas, etc. En las reacciones más graves se pueden ver afectados otros órganos: hígado, riñón, pulmones, sistema cardiovascular… Estos son los casos en los que puede peligrar la vida del paciente.
Muchos de estos síntomas cutáneos también pueden estar producidos por otras enfermedades como ciertas infecciones. La amoxicilina se usa para tratar infecciones en los niños: oídos, garganta, infecciones respiratorias… Así que, en muchos casos, tendremos la duda de si la reacción está producida por el antibiótico, por la propia infección o por la interacción de ambos.
¿Y cómo se diagnostica? ¿Qué pruebas se realizan?
Cuando se cree que un niño ha podido tener síntomas que hagan pensar en una reacción alérgica a la amoxicilina siempre debe ser estudiada. En las unidades de alergia pediátrica disponemos de medios para aclararlo. Es muy importante hacer fotos de la reacción cutánea, porque aportarán información valiosa al pediatra alergólogo. También es importante no demorar la realización de pruebas. Es muy frecuente acudir a la consulta después de años de haber padecido la reacción, cuando apenas recuerdan las circunstancias en las que se produjo.
Lo primero es hacer una historia clínica detallada: para qué fue indicado el antibiótico, qué tiempo de intervalo ha habido entre la toma del mismo y la aparición de síntomas, presencia de picor y otras circunstancias importantes para el diagnóstico. Realizamos pruebas en sangre, mezclando el suero del paciente con el antibiótico; también se realizan pruebas cutáneas y, si quedan dudas, tenemos que hacer una prueba de tolerancia con la amoxicilina, siempre bajo supervisión médica y por personal entrenado.
¿Cómo se compensa esa alergia a la hora de tratar una infección? ¿Con qué medicamento se trata?
Cuando se ha demostrado que el paciente es alérgico a la amoxicilina hay que saber qué otros antibióticos podrá recibir. La amoxicilina pertenece a un grupo de antibióticos denominados penicilinas y estas se engloban en el grupo de los betalactámicos. Todos estos antibióticos, que son bastantes y de uso frecuente, tienen cierto parecido entre sí. Así pues, hay pacientes que no toleran solo la amoxicilina, hay otros que no toleran ninguna penicilina y otros que no toleran ningún betalactámico.
Cuando hacemos un estudio de alergia a la amoxicilina tan importante es saber si no la tolera como saber qué otros antibióticos puede tolerar en el futuro, sobre todo, aquellos parecidos en su composición a la amoxicilina.
¿Se puede superar una alergia a la amoxicilina?
Eso depende del mecanismo inmunológico implicado en la reacción y no siempre es fácil predecirlo. Pero sí, hay casos en los que el paso del tiempo puede hacer que se llegue a tolerar; pero siempre, antes de volver a tomarlo, hay que hacerlo bajo supervisión médica para comprobar que existe esa tolerancia.
¿Las alergias a medicamentos se transmiten de padres a hijos?
La mayoría de las enfermedades alérgicas tiene una base genética y los antecedentes familiares de alergia pueden tener influencia. En el caso de la alergia a medicamentos, depende del medicamento, y también del mecanismo que ha producido la reacción. Pero, en general, la influencia familiar es baja.
Una cuestión importante es que hay muchos niños que están etiquetados de haber tenido una reacción a la amoxicilina y llevan tiempo usando otros antibióticos que, habitualmente, se toleran en los alérgicos a la amoxicilina (por ejemplo, la azitromicina) pero que, cuando realizamos el estudio, vemos que no son alérgicos. Así que siempre ante la sospecha de que el niño haya tenido una reacción alérgica deben realizarse pruebas para confirmarlo o descartarlo y así evitar el uso de otros antibióticos que no siempre son tan efectivos. De media, en solo un 10% de los niños que estudiamos por sospecha de alergia a la amoxicilina se confirma el diagnóstico. En los otros, la reacción que tuvo en su día no tenía nada que ver con el antibiótico.
Doctor José Ángel Porto Acero. Pediatra alergólogo de la Unidad de Alergia Pediátrica
Hospital HC Miraflores. Camino de las Torres 51-53, Zaragoza
Coordinador del grupo de trabajo de Alergia a medicamentos de la Sociedad Española de Alergia Pediátrica (SEICAP)